Diferenciar entre deuda buena y deuda mala es una cuestión de perspectiva. Ambos conceptos están separados por una línea muy fina, y, según el matiz que se aplique, una deuda mala puede llegar a interpretarse como buena. De cualquier modo, lo que a priori podemos considerar como positivo o negativo se compone de lo siguiente:
Las deudas buenas estarían conformadas por hipotecas, préstamos destinados a estudios y, según el caso, créditos orientados a financiar la compra de un automóvil.
Las deudas malas, por el contrario, se derivan de un mal uso de las tarjetas de crédito, los préstamos de carácter personal y los microcréditos.
¿Pueden las deudas buenas convertirse en malas?
Este punto es clave y conviene explicarlo. Aunque consideremos una deuda como “buena”, su incumplimiento conlleva consecuencias de gravedad para cualquier economía doméstica. Dicho de otra manera, pedir un crédito constituye un riesgo que debe asumirse con responsabilidad. Como ya hemos dicho, la frontera entre lo positivo y lo negativo se diluye muy fácilmente.
Aunque disponer de una hipoteca es una inversión de valor, no abonar las cuotas correspondientes puede conducir a una ejecución. En ese contexto, se perdería la inversión patrimonial más importante, y es muy complicado recuperarse después de un golpe tan duro.
Te mostramo cómo dejar de acumular deudas sin que tengas que optar a una refinanciación.
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El problema con las tarjetas de crédito
Las tarjetas de crédito están hechas para generar una mala deuda. En primer lugar, porque se valen de tasas de interés extremadamente altas, y, en segunda instancia, porque la mayor parte de productos o servicios que se adquieren vía crédito no aportan valor en el largo plazo.
En el caso de los microcréditos, los cargos asociados pueden duplicar o hasta triplicar el precio real de aquello que se adquiere. La rentabilidad es nula, y las penalizaciones por impago no son nada recomendables.
Hay situaciones en las que se emplea el crédito para cubrir los gastos diarios destinados a la manutención y pago de facturas. Este uso es el más imprudente de todos, porque lo que aparentemente es una solución viable, degenera en un escenario de inestabilidad. Con el paso de los meses el montante será inabarcable, y la montaña de intereses acabará por devorar el poder adquisitivo.
Como explicamos en otros artículos del blog, antes de solicitar un préstamo hay que analizar el estatus económico, evaluar la capacidad de cumplimiento y hacer proyecciones de cara al largo plazo, tomando como referencia el peor escenario posible.
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¿Cómo gestionar una deuda mala?
Antes de generar deuda hay que hacerse unas preguntas fundamentales respecto a lo que se quiere adquirir:
- ¿Verdaderamente lo necesito? Esta es la pregunta más importante de todas, y tiene un peso específico sobre el resto de cuestiones. Antes de comprar un producto o contratar un servicio (sea o no a través de crédito) conviene cuestionarse si verdaderamente lo necesitamos. De no ser así, lo mejor es incentivar el ahorro y realizar inversiones verdaderamente útiles. Es importante hacer una reflexión objetiva y racional antes de gastar el dinero.
- ¿Lo necesito ahora o podría esperar hasta poder pagarlo en efectivo? El factor tiempo es determinante. Si no se necesita con urgencia algún tipo de producto o servicio, conviene esperar hasta obtener la liquidez que se necesita para pagarlo al contado.
- ¿Cuánto más va a costar comprar con crédito en comparación con el pago al contado? Hay que analizar muy bien los intereses que se imponen, y hacer cálculos sobre la cuantía total que se asumirá. Si el resultante es una cifra inviable, la operación no tendrá ningún sentido en términos de rentabilidad.
- ¿Puedo afrontar los pagos mensuales? Aquí entra lo que comentábamos en puntos anteriores; hay que analizar la posición económica, la capacidad de pago y disponer de garantías suficientes para afrontar las posibles contingencias futuras.
- ¿Qué otras cosas habrá que sacrificar para poder pagar las cuotas mensuales? Si el coste es demasiado elevado, no conviene asumir una responsabilidad de este tipo.
La renegociación de las deudas como recurso
Si tu situación de impago está a punto de comenzar o ya ha comenzado, renegociar es la mejor alternativa.
En este proceso, un equipo especializado en el marco legal y financiero analizará tu caso y negociará con cada una de las entidades implicadas. Esto se traduce en descuentos sobre el total a pagar, y en un ahorro efectivo respecto al abono de las cuotas. Por último, se garantiza una protección integral frente a posibles amenazas.
En los últimos años la renegociación se está imponiendo a la refinanciación, debido a que esta última conlleva seguir pidiendo préstamos, así como avalistas que garanticen las operaciones.
¿Qué requisitos existen?
- Encontrarse en una situación de sobreendeudamiento. La renegociación está garantizada por el marco legal español, que protege a las personas que se encuentran en situaciones desfavorecidas.
- Estar en un contexto de impago, ya que en caso contrario las entidades con las que se haya contraído deuda no accederán a ninguna negociación.
- En cuanto al total de deuda, encontramos un límite inferior que depende directamente de la entidad negociadora.
Con esta guía conseguirás liquidar tus deudas sin necesidad de tener más ingresos.
La ley de segunda oportunidad como recurso
Si no puedes afrontar el pago de las deudas generadas, existe la posibilidad de recurrir a la Ley de Segunda Oportunidad. Esta es una medida destinada a personas con una situación realmente crítica.
En principio se pueden exonerar todas las deudas ordinarias y subordinadas. Ahora bien, dependiendo de la jurisprudencia previa, deudas con Hacienda y con la Seguridad Social, las deudas con garantía hipotecaria (ej.: la hipoteca de la casa), y aquellas deudas contraídas una vez iniciado el procedimiento podrían incluirse o no en el procedimiento.
Respecto a las hipotecas, si no se obtiene suficiente capital (una vez vendido el inmueble), se deberá abonar la cantidad restante, aunque podemos encontrar excepciones que comentaremos ahora.
Sí puedes pagar la hipoteca, es posible, según circunstancias, que no se entregue la vivienda.
Por otra parte, si el valor del inmueble supera por bastante a lo debido, tampoco es probable que la vivienda se utilice como parte del pago, ya que se consideraría como una medida antieconómica y contraria al proceso.
¿Qué requisitos existen?
- Que no se haya mentido sobre la situación económica, ocultando información y datos relevantes.
- No disponer de antecedentes penales en los 10 años anteriores, vinculados especialmente a delitos patrimoniales y de falsedad documental. El solicitante debe disponer de un historial que acredite su fiabilidad.
- Que se haya intentado llegar a un acuerdo en un marco extrajudicial, a fin de lograr un consenso con las partes implicadas.
- No haber obtenido el beneficio de exoneración en la última década. No se admite una segunda oportunidad cuando un caso es demasiado reciente en el tiempo.
- No haber rechazado una oferta de empleo acorde con las capacidades del implicado, que habría sido la herramienta para abordar las obligaciones económicas.
- Aceptar ser incluido en el Registro Público Concursal, de manera que se pueda conocer cuál es la situación real en todo momento.
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